La música como herramienta de comunicación y aprendizaje a través de los sentidos del niño

Siguiendo con la participación en el ‘Congreso Internacional de Innovación Docente e Investigación en Educación Superior’ te escribo ahora acerca de un tema que me encanta y que quiero compartir contigo y es sobre la música como herramienta de comunicación y aprendizaje a través de los sentidos. Y ahora te preguntarás, ¿pero esto qué es?

Siempre me ha llamado la atención cómo las personas percibimos, experimentamos, interpretamos, comprendemos, reconocemos y nos relacionamos con el mundo y la música me ha ayudado a ponerlo en práctica [Silvia Galán]

Como ya sabes, Vínculo Música se centra en la Educación Musical Temprana y los pilares que la sustentan son la música, la educación, la infancia y la familia. En torno a estas palabras clave, voy construyendo piedra a piedra este proyecto, así como preparando y diseñando las programaciones de cada curso, con el objetivo de mejorar la calidad de la metodología y animar a las personas como tú a apoyar este tipo de educación. Una de estas programaciones se convirtió en una de las mejores experiencias y, con ella, pude investigar y ahondar más sobre cómo la música conecta con los sentidos que tenemos para conocer y relacionarnos con el mundo que nos rodea y sirve a su vez de herramienta de comunicación y aprendizaje.

Llevo con este proyecto cinco años (¡madre mía!) y, desde entonces, he sido partícipe de la evolución y el cambio en los niños/as de 0 a 5 años que acuden a las sesiones, así como de los adultos de referencia que los acompañan. Las melodías y los recitados interpretados con la voz son el foco principal sobre el que se construyen las dinámicas musicales. La música se presenta como un lenguaje, con toda su riqueza de matices interpretativos, métricas, tonos y modos, posibilitando un aprendizaje activo, global y profundo del mismo.

La observación me ha permitido percibir la existencia de diferencias y/o similitudes en la recepción del mensaje musical, en la forma de experimentar o interactuar con la música y en las respuestas a un mismo estímulo musical. ¿Por qué ocurre esto? ¿por qué la interacción con la música es distinta? ¿cómo puedo adecuar el mensaje musical para lograr una estimulación y aprendizaje significativo para todos? Estas preguntas me llevaron a encontrar un tema apasionante: los sentidos o canales de información -auditivo, visual, táctil y gusto-olfativo-. Sigue leyendo, porque te lo cuento más abajo.

Siempre me ha llamado especialmente la atención cómo las personas percibimos, experimentamos, interpretamos, comprendemos, reconocemos y nos relacionamos con el mundo. Desde que soy educadora, intento buscar las estrategias didácticas idóneas para que mi alumnado desarrolle un aprendizaje consciente, profundo y duradero, pero nunca lo había enfocado desde esta perspectiva. No fue hasta el momento de comenzar a desarrollar el proyecto y centrarme en la primera infancia, cuando fui observando con mayor claridad que cada individuo, ya fuera niño/a o adulto, actuaba de una manera distinta ante los estímulos musicales que yo ofrecía. ¿Por qué hay diferencias y/o similitudes en la recepción del mismo mensaje musical? ¿Por qué su interacción con la música es distinta? ¿Cómo puedo adecuar el mensaje musical para lograr una estimulación y aprendizaje significativo?

Empecé a buscar las respuestas en el aula y percibí que algunos niños/as comenzaban a emitir sonidos y vocalizaciones enseguida, entraban muy rápido en la dinámica musical; otros se mantenían quietos y expectantes sin apenas pestañear; otros no paraban de moverse, de manipular y tocar los objetos con mucho ahínco; y otros, sin embargo, se sorprendían ante cualquier cambio de mi voz y conectaban mucho emocionalmente con la dinámica y el entorno. Me asombraba el hecho de que en una misma sesión musical hubiera tantas reacciones distintas. Algunas de ellas muy en línea de lo que yo esperaba, pero otras muchas estaban alejadas de mi objetivo inicial. Me frustraba el hecho de que algunos niños/as y adultos no conectaran conmigo o con ese mensaje musical que tanto quería ofrecerles. No siempre se creaba esa ‘magia’ con la que todo fluía o, al menos, no con todo el grupo. Fue en este punto cuando comencé a leer más sobre las bases teóricas que fundamentan mi metodología y también me adentré en el campo de la psicología y el desarrollo infantil.

Fue muy revelador descubrir el extenso y profundo trabajo e investigación de largos años con familias y niños/as de cero a cinco años (justo el rango de edad de Vínculo Música) de Priscilla Dunstan, la cual creó un sistema de clasificación sensorial fundamentado en los sentidos -vista, oído, tacto y gusto/olfato-. Los sentidos son el medio principal que poseemos para conocer, interpretar e interactuar con el mundo que nos rodea. Según este sistema, poseemos un sentido primordial desde el momento en el que nacemos, siendo la vista, el oído, el tacto o el gusto/olfato. Dependiendo de cuál sea, nuestro comportamiento se verá afectado de una manera u otra.

El sentido dominante afecta a todo lo que sucede en nuestra vida: cómo asimilamos la información y la procesamos, cómo aprendemos, cómo interactuamos con los demás, cómo experimentamos y respondemos a nuestras necesidades, cómo comunicamos esas necesidades a los que nos rodean… [Priscilla Dunstan].

El objeto de estudio en esta experiencia de aula no solo eran las familias y la música, sino yo misma como persona y educadora. Descubrir mi propio sentido predominante (el auditivo), conocer sus cualidades y cómo me afecta a la hora de comunicarme, me ayudó a establecer una relación más fluida y positiva con las familias y obtener una experiencia cargada de herramientas y objetivos alcanzados. Las características principales de cada uno de los sentidos y que vienen detallados en el estudio de Dunstan son que los niños/as táctiles poseen una conexión profunda con su cuerpo. Experimentan el mundo físicamente, ‘viven en su cuerpo’. Tienen mucha energía, exploran y aprenden desde el movimiento y la actividad. No les vale con ver o escuchar para aprender, sino que necesitan sentirlo. Les encanta bailar y sentir el ritmo de la música; los niños/as auditivos experimentan, captan y producen con el sonido. El lenguaje juega un papel importante en el proceso de aprendizaje y la voz que utilices con ellos debe ser siempre muy expresiva. Les encantan los juegos de palabras con rima, el ritmo, la expresividad del lenguaje y la música, los instrumentos y los juguetes con sonidos. Se relacionan con el mundo a través del sonido y sus cualidades; los niños/as visuales aprenden de lo que ven y observan. Disfrutan con los colores, las formas y el movimiento. Un recurso al que acuden para aprender es la imitación. Les encanta observar cómo los demás hacen cosas y prestan mucha atención a las acciones de los demás; los niños/as gusto/olfativos son sensibles, emocionales y empáticos. Son muy sensibles a todo tipo de estímulos. Se ven atraídos por todo aquello que emita ruido, tenga texturas interesantes o colores y espejos. Son muy emocionales y poseen una gran facilidad para alimentarse de la energía y sentimientos de los que están a su alrededor.

Y ahora que te cuento todo esto, me sigo preguntando. ¿Puede la música crear una vía de comunicación directa hacia cualquier canal de información o sentido? ¿Puede la música ser un lenguaje no solo auditivo? ¿Se puede crear un contexto en el que los niños y adultos, independientemente de su sentido de orientación principal, reciban el mensaje musical? ¡Vaya tema!

¿Te interesa? Espero que sí porque te lo contaré con más detalle en la próxima entrada. ¡No te lo pierdas!