‘Un momento oportuno para el canto…
algunos instrumentos para tocar y acompañar…
un tiempo y un lugar para escuchar…
un espacio para bailar…
…para compartir…
…para aprender…
…para descubrir…
…para disfrutar…’
[Judith Akoschky]
El papel de las familias es muy importante en nuestra enseñanza musical. Los adultos y la educadora tienen un papel fundamental en este camino y la colaboración mutua propiciará un contexto educativo rico y efectivo.
Todo el material musical -los recitados, melodías, canciones y danzas- que se presentan y desarrollan en las clases no solo van destinados a los niños y niñas, sino también a los adultos que los acompañan. Es muy importante interiorizar y asimilar toda la música que trabajamos con los peques a lo largo de las sesiones y ponerlo en práctica en diferentes momentos de la vida cotidiana: en casa, en el parque, en el coche…
Para ello es necesario en las clases:
- Mantener una atención activa.
- Sonreír y tener contacto visual con los peques durante las dinámicas.
- Guiar a los niños/as, junto a la educadora, en la ejecución de las actividades y permitir que tengan libertad en sus respuestas y ritmo de aprendizaje.
- Disfrutar de manera individual y grupal.
Y en casa:
- Utilizar la música aprendida en las actividades cotidianas para fomentar el aprendizaje mediante el juego y crear una rutina rica y estimulante más allá de las sesiones semanales.
- Prestar atención a las respuestas de los niños/as, saber reconocerlas y afianzarlas utilizando un lenguaje no verbal con ellos/as.
- Incentivar el juego, la creatividad, la improvisación, la memoria y la coordinación utilizando el material musical de las clases.
- Repetir y practicar con frecuencia la música aprendida para crear un hábito de escucha y lograr una mayor seguridad en su ejecución.
Esta actitud dentro y fuera de clase facilitará la consecución de nuestros objetivos y ayudará a seguir creciendo juntos con la música.